
El tomate pertenece a la familia de las Solanáceas, que incluye alrededor de 75
géneros y unas 2.300 especies.
El tomate es el fruto de una planta rastrera y es una de las hortalizas más
extendidas y mejor adaptadas del mundo.
Es base culinaria en muchas cocinas como la mediterránea. Parece que lleva
entre nosotros desde el principio de los tiempos y, sin embargo, nos acompaña
solo desde el siglo XVI. En este espacio de tiempo ha conquistado todo el
planeta gracias a su gran capacidad de adaptación. Se han creado más de diez
mil variedades.
Fue considerado durante mucho tiempo un fruto tóxico y fue rechazado como
alimento por la aristocracia europea (que poseían las tierras) debido a que para
comer utilizaban cubiertos de “Peltre”, ricos en plomo, que reaccionaba con los
ácidos del tomate formando sustancias tóxicas, además de las diferentes plagas
(gusano del tomate, entre otras), lo que no le hizo muy popular. Durante 200
años se cultivó como elemento ornamental y decorativo en jardines y casas y su
uso se limitaba a la farmacia. Hasta 1820 no comienza a desmitificarse su
toxicidad y a aceptarse su uso en la cocina popular